¿Qué me hace diferente? Nada

Tendemos a pensar en drogadictos y alcohólicos como personas diferentes, que proceden de realidades ajenas a la nuestra. Desde nuestra falsa impresión de seguridad, que nos esforzamos en construir día a día para sentirnos a salvo, creemos que esas personas no tienen nada que ver con nosotros. La realidad es que un adicto suele ser, ni más ni menos que una persona perfectamente “normal” que, por una serie de razones (o sin ellas), comenzó un día a consumir una sustancia que creyó que controlaba, no hay que darle más vueltas.
Yo, por mi parte cada vez soy más consciente de que esa persona podría perfectamente haber sido yo y no pondré mi mano en el fuego para asegurar que nunca me veré formando parte del nutrido grupo de personas que un día se engancharon.
Y es que las razones para empezar a consumir drogas suelen ser, curiosamente, las mismas por las que los “normales” consumimos drogas legales como el alcohol y el tabaco: por afán de aceptación social (integrarnos en un grupo en que otros consumen), por querer ser “transgresores” (integrarnos en un grupo en que otros consumen), por una idealización del concepto de libertad y de vivir la vida “a tope” (nunca he entendido qué tiene que ver la libertad con meterse un raya o comerse una “pasti”, pero hay gente que piensa que sí, yo, personalmente creo que es por integrarnos en un grupo en que otros consumen), también un bache en nuestra vida, un desengaño o una ruptura, problemas económicos , la pérdida de un ser querido, pueden darnos un empujoncito al lado oscuro…aunque para ello has tenido que tener la experiencia de haberlo probado antes, en la mayoría de los casos por integrarte en un grupo en que otros consumen… y es que está claro que somos animales sociales y eso, con las drogas, resulta fatal.